Ananías y Safíra (Hechos. 5:1-11)

 El ejemplo de bondad mostrado por los creyentes, tuvo su contraste con la conducta deshonesta  de esta pareja: Que dejó una mancha oscura en la historia de la iglesia primitiva. 
  Los dos se habían convertido al Evangelio predicado por los apóstoles. Es posible que ellos también tuvieron el privilegio de estar presentes, en aquel día cuando después de finalizar la oración hecha por los apóstoles, todo aquel lugar se estremeció; Y una vez más, se manifestó el Espíritu Santo, descendiendo sobre todos aquellos fieles creyentes. 
   Ananías y Safira habían ofrecido dar toda la ganancia de cierta propiedad que ellos tenían, en favor de la causa del Señor. Pero una vez efectuada la venta: Pensaron, que sería mejor reconsiderar el asunto, y decidieron no cumplir con su promesa. Por lo tanto, tomaron la decisión creyendo así, que parte de aquel “dinero” les “pertenecía” (cuando hacemos promesas a Dios, tenemos que cumplirlas), y pretendieron engañar a los apóstoles, haciéndoles creer que todo el producto iría al fondo general. Asimismo, tendrían el derecho de acudir a la ayuda cuando fuera necesario, y lograrían gran afecto con todos los hermanos.
   Sin duda alguna, el fraude estaba muy bien planeado: Pero, nunca imaginaron; que el engaño y la mentira no era solamente a los apóstoles, sino también al Espíritu Santo, y su pecado fue castigado por tratar de obtener ganancias con hipocresía y falsedad.  
   Cuando Ananías llegó, y entregó aquella parte del dinero, Pedro le dijo:  ¿Por qué llenó Satanás tu corazón para que mintieses al Espíritu Santo, y sustrajeses del precio de la heredad? Reteniéndola,  ¿no se te quedaba a tí?  y vendida,  ¿no estaba en tu poder?  ¿Por qué pusiste esto en tu corazón? No has mentido a los hombres, sino a Dios. “Al oir Ananías estas palabras, cayó y expiró. Y vino un gran temor sobre todos los que lo oyeron. Y levantandose los jovenes, lo envolvieron, y sacándolo, lo sepultaron. Pasando un lapso como de tres horas, sucedió que entró su mujer, no sabiendo lo que había acontecido. Entonces Pedro le dijo: Dime,  ¿vendisteis en tanto tu heredad? Y ella dijo: Sí, en tanto. Y  Pedro le dijo:  ¿Por qué convinisteis en tentar al Espíritu del Señor?  He aquí a la puerta los pies de los que han sepultado a tu marido, y ellos te sacarán a ti. Al instante ella cayó a los pies de él y expiró; y cuando entraron los jovenes, la hallaron muerta; y la sacaron, y la sepultaron junto a su marido. Y vino gran temor sobre toda la iglesia,  y sobre todos los que oyeron y vieron estas cosas.”  
    Recordemos que Dios siempre está en su trono, y su infinita sabiduría y poder controlan todos los acontecimientos y aquellas malas acciones, que quieren debilitar su Santo Evangelio.
   La iglesia primitiva recién se había iniciado, y era necesario limpiar y cuidar la integridad de sus nuevos miembros, por esta razón la manifestación de Dios se hizo presente.