Aquella multitud generosa de los que habían creído era de un mismo corazón y un alma; ninguno pensaba en su propio bienestar: Por lo tanto, los creyentes que tenían propiedades gozosamente las vendían, y traían el dinero y lo ponían a los pies de los apóstoles; y se repartía a cada uno según su necesidad. Entonces José, a quien los apóstoles pusieron por sobrenombre Bernabé (que traducido es, Hijo de consolación), levita, natural de Chipre, como tenía una heredad, la vendió y trajo el precio y lo puso a disposición de los apóstoles.