Conversión de Saulo (Hechos. 9:1-19)

Este joven era en aquel entonces de gran estima, entre los miembros que componían el sanedrín. Era un defensor ferviente de su fe, y celoso de todo aquello en lo que él creía. Aunque ciudano romano de nacimiento, también era del linaje judío, y tenía una educación sobresaliente. Recordemos que el fue parte importante durante el juicio, y condenación de Esteban. Sin embargo, las palabras de aquel “Mártir” quedaron grabadas en su mente. Impresionado y confundido se dirigió aquellos en los cuales él tenía plena confianza. Trataron de  convencerlo de que lo que  predicaban los dicípulos era blasfemo y falso, y que ellos eran quienes tenían la razón. El orgullo por la  fe, su educación, y el afecto que tenía por quienes habían sido sus maestros; lo fortalezieron para seguir defendiendo la causa, sin saber que su rebelión era contra Dios. Saulo perseguía y asolaba a la iglesia, y a todos aquellos que “profesaban la fe” en Jesús.Todos eran llevados a los tribunales, donde los condenaban a la cársel y aun a la muerte, unicamente por haber “aceptado”  el Santo Evangelio de Salvación. Cantidad de discípulos huyendo de la persecusión, se fueron a residir  a  diferentes ciudades, donde se refugiaron; y fue Damasco donde la nueva fe ganó muchos nuevos creyentes. Respirando aires de venganza se llegó hasta el sumo sacerdote, y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, a fin de que si hallase hombres y mujeres, los trajese presos a Jerusalén. Emprendió su viaje sin imaginarse que su vida cambiaría completamente. Después de largas horas de camino, Saulo y “el grupo de hombres” se acercaban a la ciudad de Damasco, era aproximadamente el medio día, de pronto “repentinamente,” los rodeó un “resplandor de luz” del cielo; y cayendo en tierra, oyó una voz que decía: “Saulo, Saulo,  ¿por qué me persigues?  El dijo: ¿Quién eres, Señor ? Y  El le dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues;  dura cosa te es dar coces contra el aguijón.”  El,  temblando y temeroso, dijo: Señor,  ¿qué quieres que yo haga?  Y el Señor le dijo:  “Levantate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer.Y los hombres que iban con Saulo se pararon atónitos, oyendo a la verdad  la voz, mas sin ver a nadie.” Entonces Saulo se levantó de tierra, y abriendo los ojos, no veía a nadie; así que, llevándole por la mano, le metieron en Damasco, donde  estuvo tres días sin ver, y no comió ni bebió. 
   Durante ese tiempo Saulo reconoció “la seguera espiritual de sí mismo, y de aquellos religiosos en los que él había confiado.” El Espíritu Santo iluminó su mente, esclareció su ignorancia, y lo hizo ver los errores cometidos. Mientras Saulo meditaba, vino a su memoria las palabras de Esteban cuando decía:“He aquí veo los cielos abiertos, y al Hijo del Hombre que está a la diestra de Dios.”  Los sacerdotes habían declarado blasfemas aquellas palabras, pero ahora Saulo entendía que eran verdad.También comprendió que el Señor Jesús era el Mesías esperado: Y que aquellos fanáticos religiosos lo habían rechazado y crucificado. Ahora Saulo, con una mentalidad diferente esperaba la decisión del Señor, dispuesto a todo lo que El quería encomendarle. 
   Residía entonces en Damasco un discípulo llamado Ananías, a quien el Señor le dijo en visión: Ananías. Y él respondió: Heme aquí, Señor. Y el Señor le dijo: “Levantate, y vé a la calle que se llama Derecha, y busca en casa de Judas a uno llamado Saulo de Tarso; porque he aquí, el ora, y ha visto en visión a un varón llamado Ananías, que entra y le pone las manos encima para que recobre la vista.”  Entonces Ananías respondió : Señor: “He oído de muchos a cerca de este hombre, cuántos males ha hecho a tus santos en Jerusalén; y aun aquí tiene  autoridad de los principales sacerdotes para prender a todos los que invocan tu nombre.” El Señor le dijo:  “ Vé, porque instrumento escogido me es éste, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, de los reyes, y de los hijos de Israel; porque Yo le mostraré cuánto le es necesario padecer por mi nombre.”  Fue entonces Ananías y entró en la casa, y poniendo sobre él las manos, dijo: Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció en el camino por donde venías, me  ha enviado  para que recibas la vista y seas lleno del Espíritu Santo. Y al momento le cayeron de los ojos como dos  escamas, y recibió al instante la vista; y levantándose, fue bautizado.Y habiendo tomado alimento, recobró fuerzas. Y estuvo Saulo por algunos días con los discípulos que estaban en Damasco.