El ángel del Señor se le aparece a María

 Seis meses más tarde se apareció un ángel a María, virgen de la familia de David; esta doncella de Nazaret estaba prometida a un hombre llamado José, que descendía de David, el gran soberano de Israel (Mateo. 1:1-16; Lucas. 1:27). José, israelita piadoso y de humilde condición a pesar de su noble linaje, era carpintero. El ángel anunció a María que, por el poder del Espíritu Santo, ella vendría a ser la madre del Mesías (Lucas. 1:28-38); el niño, cuyo nombre debía ser Jesús (Jehová es Salvación), heredaría el trono de Su antecesor David. El ángel anunció a María también que su prima Elisabet estaba embarazada. Cuando el ángel se hubo ido, María se apresuró a ir a visitar a Elisabet. Al encontrarse, el Espíritu de la profecía entró en ellas. Elisabet, saludando a María la llamó la madre de su Señor; María, a ejemplo de la Ana de la antiguidad (1 Samuel. 2:1-10) entonó un cántico de alabanzas, celebrando la liberación futura de Israel, y el honor que le había sido concedido. En el tiempo en que Elisabet tenía que dar a luz, María volvió a Nazaret. Dios mismo intervino para ahorrarle todo baldón. José, al ver el estado en que se encontraba María , quiso romper con ella en secreto, sin acusarla en  público. Pero Dios no le permitió actuar así. Un ángel le reveló en sueños la razón del  embarazo  de María; le dijo que el niño que nacería iba a ser el Mesías, y que debía nacer de una virgen, tal como lo había profetizado Isaías. José obedeció la voz del ángel, por cuanto su fe era tan profunda  como la de María, y no la abandonó. El niño nació de la virgen María, pero legalmente tuvo al mismo tiempo un padre humano, cuyo amor y honorabilidad protegieron a María; es evidente que fue  ella quien más tarde dió a conocer estos hechos.