El verdadero reino de Dios

 El conflicto con los fariseos y la creciente intensidad del interés popular llevaron a Jesús a organizar un grupo de Sus discípulos. Esto constituye la tercera fase del ministerio galileo. El Señor designó a doce apóstoles, pronunció el Sermón del Monte, una descripción de la cuál debe ser el carácter y como deben ser las acciones de los verdaderos miembros del Reino de Dios. Se trata de una sublime exposición de la vida de la piedad auténtica, de la gozosa entrega a la voluntad del Padre Celestial, de la consagración a su servicio para la salvación del mundo, y de la verdadera puesta en prática de la antigua Ley. Esta nueva enseñanza se oponía frontalmente al formalismo y a la superficialidad religiosa de los fariseos; trataba de un ideal de la confianza en Dios y de la  comunión con El. Jesús no se proponía con el Sermon del Monte dar un camino de salvación, ni exponer con él la totalidad de Su Evangelio. Antes de presentarse como el indispensable Salvador, la  víctima expiatoria que borra nuestros pecados que demanda nuestra fe, Jesús quería mediante este  sermón convencer de pecado a Sus oyentes; si las exigencias de Dios son tan absolutas, todo hombre sincero se siente condenado. Una ley tan espiritual resulta ser  “nuestro ayo,  para llevarnos a Cristo”  ( Gálatas. 3:22-24 ). Por otra parte, el creyente justificado y regenerado por el Espíritu Santo hallará su gozo en el cumplimiento de los principios espirituales del Semón del Monte (Romanos. 8:3-4). Finalmente, este pasaje realiza la constitución del Reino venidero, la ley del amor cuya perfecta aplicación caracterizará el Reino Glorioso del Mesías (Salmo. 72:2-4; 12:14 ; Isaías. 11:1-5). Durante el curso de la cuarta fase vemos a Jesús, acompañado de Sus apóstoles, haciendo milagro tras milagro, extendiendo Su influencia con numerosos viajes a travéz de la baja Galilea. Esta fase se  sitúa desde el final del Sermón del Monte hasta la época en que rey Herodes pregunta acerca del nuevo Maestro. Durante estos meses, el interés popular en Jesús aumentó en proporción a la creciente hostilidad de los fariseos. Este período está caracterizado sobre todo por las parábolas, obras maestras sin par en el arte de la enseñanza.