La Promesa del Espíritu Santo y la Ascensión del Señor al Cielo (Hechos. 1:1-11)

En mi primer tratado, oh Teófilo (un hombre piadoso y buen amigo de Lucas), hablé acerca de todas las cosas que Jesús hiciera en la tierra antes que fuera recibido arriba, después de haber dado mandamientos por el Espíritu Santo a los apóstoles que había escogido. A quienes ya resucitado se les presentó con muchas puebas indubitables, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles del reino de Dios, y les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperaran la promesa del Padre, la cuál, les dijo, oístes de mí. “ Porque Juan bautizó con agua, más vosotros sereís bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días.”    
   El grupo de seguidores que se habían reunido con El le preguntaron: Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo?, Jesús les recordó: “ No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad; pero recibireís poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me sereís testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.” Y habiendo dicho estas cosas, viéndolo ellos, fue alzado, y le recibió una nube (de  ángeles) que le ocultó de sus ojos. Y estando ellos con los ojos mirando hacia el cielo, entre tanto que el Señor se iba alejando, dos varones con vestiduras blancas, les dijeron: “ Varones  galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo,  así vendrá como le habeís visto ir al cielo.”