Predicación de Pablo en la sinagoda

 El discurso de Pablo fue bastante largo pero muy efectivo, ya que él tocó varios temas de suma importancia, relacionados con todas las profecías que se cumplieron en Jesucristo. “ Sabed esto hermanos: que por medio de él se os anuncia perdón de pecados, y que todo aquello de que por la ley de Moisés no pudisteis ser justificados, en El es justificado todo aquel que cree.” 
   Cuando salieron ellos de la sinagoga de los judíos, los gentiles les rogaron que el siguiente día de reposo les hablasen de estas cosas. “ Y despedida la congregación, muchos de los judíos y de los prosélitos (que han sido atraídos) piadosos siguieron a Pablo y Bernabé, quienes hablándoles, les persuadían a que perseverasen en la gracia de Dios ( regalo de Dios para la humanidad).” 
   El siguiente día de reposo se juntó casi toda la ciudad para escuchar la palabra de Dios. Pero viendo los judíos la muchedumbre, se llenaron de celos, y rebatían lo que Pablo decía, contradiciendo y blasfemando. Entonces Pablo y Bernabé, hablando con denuedo, dijeron:  “Vosotros a la verdad era necesario que se os hablase primero la palabra de Dios; mas puesto que la desecháis, y no os jusgáis dignos de la vida eterna, he aquí, nos volvemos a los gentiles.” Porque así nos manda el Señor, diciendo: “ Te he puesto para luz de los gentiles, a fin de que seas para salvación hasta lo último de la tierra.” Los gentiles, oyendo esto, se regocijaban y glorificaban la palabra del Señor, y creyeron todos los que estaban ordenados para la vida eterna. 
   Nuestro Señor Jesucristo durante su ministerio terrenal, predijo la difusión del Evangelio entre los gentiles. Y además dijo:  “ El reino de Dios será quitado de vosotros, y será dado a gente que produzca los frutos de él  (Mateo. 21:43). Poco después de su resurreccion volvió a reunirse con sus discípulos y les dijo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos en todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con  vosotros todos los días, hasta el fin del mundo (Mateo. 28:16-20). Amen.