Tocante a la similitud de estilo al de los escritos de San Lucas, ésta se debe al hecho de que él había sido por tanto tiempo compañero de Pablo. Crisóstomo, comparando a Lucas y Marcos, dice: “ cada uno imitaba a su maestro: Lucas a Pablo, quien fluía cual río desbortante; Marcos a Pedro, quien estudió la brevedad de estilo.” Además, hay aparente en esta Epístola mayor predominancia de sentimiento judaíco y mayor conocimiento de las diferentes escuelas de pensamiento judaicas que en los escritos de Lucas. No hay “ninguna evidencia” clara para atribuirle a Lucas la redacción de la Epístola, ni tampoco a Apolos, a quien apoya Alford como autor. Las razones alegadas a favor de esta idea son la supuesta fraseología alejandrina y los modos de pensamiento de la Epístola. Pero éstos son tales como cualquier judío palestino hubiera podido emplear ; y Pablo, por su instrucción hebreo helénica en Jesrusalén y Tarso, conocía los diferentes modos de expresión, todos éstos modismos no se derivan, como algunos piensan, necesariamente de su preparación alejandrina sino también de su educación judaíca. Sería bien improbable que la iglesia alejandrina hubiera declarado tan indubitablemente la autenticidad literaria paulina, si Apolos su propio compatriota, hubiese sido en realidad el autor. La elocuencia del estilo y la retórica son características de Apolos en Corinto, mientras que Pablo en esa habló con palabras que carecían de la sabiduría humana, sin duda adaptádose a propósito a las mentes de aquellos a quienes se dirige en esta Epístola. A los griegos de Corinto, que estaban en peligro de idolatrar la elocuencia y sabiduría humana, escribe en estilo y sin adornos, a fin de hacer que se fijen más en el evangelio mismo. Pero los hebreos no estaban en semejante peligro. Y su preparación hebreo helénica le facilitaría el escribir en un estilo agradable a los hebreos de Alejandría, donde la filosofía griega se había confundido con el judaísmo. La versión de los setenta ( la septuaginta ) hecha en Alejandría (año 275aC.), había formado el eslabon de enlace entre éste y la Epístola; y es notable el que todas las citas del Antiguo Testamento, eceptuando dos citas (Heb.10:30 ;13:5), son de la versión de los setenta. El hecho de que las características de la versión de los setenta están entretejidas en el argumento, comprueba que la Epístola griega está en su forma original y que no es una traducción; de haber sido originalmente hebrea, las citas hubieran sido del hebreo del Antiguo Testamento. Y se llega a la misma conclusión tomando encuenta los juegos de palabras “homófonas” griegas, las aliteraciones, y los periódos rítmicamente construídos. Calvino (escritor) observa que, si la Epístola hubiese sido escrita en hebreo, los “versículos 15-17 del capítulo nueve” hubieran perdido todo su valor, el cual consiste en el juego hecho sobre el “doble significado” en el griego de diathéke, “convenio o testamento,” mientras que el hebreo berith solamente significa “convenio”.