El apóstol comenzó contando todo lo acontecído camino a Damasco. “Les dijo cómo el Señor Jesús se le había aparecido y luego fue llevado a la ciudad, ya que por resplandor de la luz celestial, había quedado ciego. Entonces uno llamado Ananías varón piadoso según la ley, que tenía buen testimonio de todos los judíos que allí vivían , vino a mí, y acercándose, me dijo: hermano Saulo, recibe la vista.Y yo en aquella misma hora recobré la vista y lo miré.Y él dijo: el Dios de nuestros padres te ha escogido para que conozcas su voluntad, y veas al justo, y oigas la voz de su boca; porque serás testigo suyo a todos los hombres, de lo que has visto y oído. Ahora, pues, ¿por qué te detienes? Levántate y bautízate, y lava tus pecados, invocando el nombre del Señor Jesucristo.”
Pablo continuó su relato tratando de poder alcanzar también a esta gente que estaba llena de prejucios. Se esforzó por mostrar que su trabajo con los gentiles, no era elección suya. El hubiera querido llevar la palabra a su propia gente; pero en aquella reunión cuando todos se encontraban unidos en oración, el Señor se manifestó y dijo: “Apartame a Bernabé y a Saulo para la obra que los he llamado.”
Cuando se enteraron que la obra era alcanzar a los gentiles, se “pusieron celosos” devido a que ellos se consideraban el único pueblo escogído por Dios, pero estaban tan ciegos que no comprendían que habían rechazado al Mesías prometido. En el plan divino la predicación de la palabra era primeramente para el pueblo judío. Luego, en un futuro cercano también los gentiles iban a recibir el Santo Evangelio. Pero, los líderes y una multitud de judíos se opusieron; “matando” al Hijo de Dios.Y continuaron persiguiendo a los apóstoles, discípulos, y a todo aquel que creía en el nombre del Señor Jesús. El egoísmo y la falta de conocimiento les hacía creer que los únicos privilegiados eran ellos, y que ninguna raza humana tenía parte en el Plan de Dios. “Pero Dios le dijo a Pablo y Bernabé: Los “he puesto para luz de los gentiles, a fin de que sean para salvación” hasta lo último de la tierra (Hechos. 13:47).”
La muchedumbre enfurecida gritando deseaban matarlo. “Entonces el tribuno volvió a meterlo en la fortaleza atándolo con correas, y ordenó azotarlo. Pero Pablo dijo al centurión: ¿Os he lícitó azotar a un ciudadano romano sin haber sido condenado? Cuando el centurión oyó esto, fue y dio aviso al tribuno diciendo: ¿Qué vas a hacer? Porque este hombre es ciudadano romano. Y vino el tribuno y le dijo: Dime, ¿eres tú ciudadano romano? El dijo: Si. Respondió el tribuno: Yo con una gran suma de dinero adquirí esta ciudadanía. Entonces Pablo le dijo: “Pero yo soy de nacimiento.” Así que se apartaron de él los que iban a darle tormento; y aun el tribuno, al saber que era ciudano romano, también tuvo temor por haberle atado.”