Juan se dirige a las sietes iglesias del Asia Proconsular

Su canonicidad e inspiración están atestiguadas por papías, oyente de Juan y compañero de Policarpo. Papías era obispo de Hierápolis, cerca de Laodicea, una de las siete iglesias mencionada en el Apocalipsis. También Atanasio (escritor) en su Epístola Festival, enumera el Apocalipsis entre las Escrituras canónicas, a las que nadie debe agregar ni quitar. Jerónimo ( Epístola ad Paulinum ) incluye el Apocalipsis en el canon, y dice: “tiene tantos misterios como palabras. Faltan  las palabras para alabar sus méritos. En cada una de sus palabras se disimulan muchos sentidos”. De modo que una cadena ininterrumpida de testimonio desde el periódo apostólico confirma la canonicida  y la autenticidad del Apocalipsis de Juan.  
   Las notas personales de Juan ocurren en en el cap.1:1, 4, 9 ; 22:8. Además, el que el autor se dirige a las iglesias del Asia Proconsular (cap. 2:1) concuerda con la tradición corriente de que, suelto Juan de su destierro en Patmos, a la muerte de  Domiciano, bajo Nerva residió por mucho tiempo en Efeso, donde murió muy “viejecito” en el tiempo de Trajano (emperador romano. Eusebio, Historia 3. 20, 23). Si el Apocalipsis no fuese la obra inspirada de Juan, como significa que es un mensaje de su superior (Juan) a las siete iglesias del Asia Proconsular, sin duda  alguna  hubiera sido rechazado en aquella región; mientras que los primeros testimonios en dichas  iglesias  estuvieron todos a su favor. Una sola persona tenía el derecho de usar el lenguaje de autoridad tal como aquel dirigido a los siete ángeles de las iglesias a saber, Juan como el último apóstol sobreviviente y superintendente de todas las iglesias. También concuerda con el modo del apóstol de confirmar la certeza de su testimonio tanto al principio como al final del libro (véase cap. 1:2 , 3 y 22:8, con cap.1:14 ; 21:24 ; 1 Juan 1:1,2). Otra vez concuerda con la opinión de que el escritor era un apóstol inspirado que se dirige a los ángeles, o líderes espirituales de las mencionas iglesias. Además él alaba a la iglesia de Efeso por haber juzgado y condenado a “ los que se nombran apóstoles y no lo son”, por lo cual expresa su propio privilégio indudable de la inspiración apostólica (cap. 2:2), declarando en las siete iglesias la voluntad de Cristo que le fué revelada.