Defensa y muerte de Esteban (Hechos. 7:1-54)

 Entonces dijo el sumo sacerdote: “¿Esto es cierto?” Respondió Esteban:“ Varones hermanos y padres escuchadme: El Dios de gloria apareció a nuestro padre Abraham, estando en Ur de Mesopotania, antes que morase en Harán, y le dijo: Sal de tu tierra y parentela , y ven a la tierra que yo te mostraré. Entonces salió de tierra de los caldeos y habitó en Harán; y de allí, muerto su padre,  Dios le trasladó a esta tierra, en la cual vosotros habitáis ahora. Y no le dio herencia en ella, ni aun para asentar pie; pero le prometió que se la daría en posesión, y a su descendencia después de él, cuando él aun no tenía hijo. Y le dijo Dios así: Que su descendencia sería extranjera en tierra ajena, y que los reducirían a servidumbre y los maltratarían, por cutrocientos años. Mas yo jusgaré, dijo  Dios, a la nación de la cual serán siervos; y después de esto saldrán y me servirán en este lugar.” 
Dios hizo un pacto con Abraham, su sello fue la circuncisión; cuando su hijo Isaac nació, al octavo día fue circuncidado; e Isacc lo hizo también con Jacob, y éste lo “ realizó con cada uno de sus doce hijos”  los patriarcas.   
   Después de esto continuó narrando la historia de todo lo acontecido con el pueblo de Israel. Pero, cuando llegó al punto donde las profecías señalaban a Jesucristo como el Mesías  Salvador, el sumo sacerdote rasgó sus vestiduras, y enfurecido al igual que los demás judíos; armaron tremendo tumulto y no querían escuchar más de Jesús. Esteban, “interrumpiendo”  su relato histórico e indignado exclamó: ¡Duros de cerviz, e incircuncisos de corazón y oídos! “Vosotros resistís siempre al Espíritu Santo; como vuestros padres, así también vosotros. ¿Acuál de los profetas no persiguieron vuestros padres?  Y  mataron a los que anunciaron de antemano la venida del Justo, de quien vosotros ahora habéis sido entregadores y matadores; y vosotros que recibisteis la ley por disposición de ángeles no la guardasteis.”  sacerdotes, magistrados y presentes, oyendo estas cosas; como “fieras enfurecidas” crujían los dientes contra él. Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, pustos los ojos en el cielo, vio la “gloria” de Dios, y a Jesús que estaba a la diestra de Dios Padre, y dijo: “ He aquí, veo los cielos abiertos, y al Hijo del Hombre que está a la diestra de Dios.”  Entonces ellos, dando grandes voces fuera de sí, incrédulos y con sed de venganza se “ abalanzaron ”  contra él.Y echándole fuera de la ciudad, le apedrearon; y los “ testigos ” pusieron sus ropas a los pies de un joven que se llamaba Saulo de Tarso. Y aquellos iracundos sin misericordia  apedreaban a Esteban, mientras él invocaba y decía: Señor Jesús, recibe mi espíritu.“Y puesto de rodillas, clamó a gran voz: Señor, no les tomes en cuenta este pecado. Y  habiendo dicho esto, durmió.”