Fases principales en el primer ministerio en Galilea

La primera etapa, coincidente con el inicio de la obra se señala por milagros asombrosos, por las   exhortaciones a creer en el evangelio, y por el advenimiento de los galileos de un interés lleno de entusiasmo. Recapitulando los acontecimientos, esta fase comienza con el primer rechazamiento en Nazaret, y acaba con la fiesta ofrecida por Leví  ( Marcos. 2:13-17 ). Al final de este periódo, de quizás cuatro meses, Jesús el centro de la atención de toda Galilea, iba acompañado de un pequeño grupo de fieles discípulos. Hasta este punto, no sabemos mucho acerca de Sus enseñanzas; en base del relato y de los significativos milagros que Jesús llevó a cabo entonces (curación del endemoniado, Marcos. 1:23-27; del leproso, Marcos. 1:40-45; del paralítico, Marcos. 2:1-12; la pesca milagrosa, Lucas. 5:1-11) es evidente que el fondo de Su mensaje  correspondía con su proclamación en Nazaret (Lucas. 4:18-21):  “El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar la libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; predicar el año agradable del Señor”. Segunda etapa del ministerio galileo. Pronto las cosas tomaron un giro distinto, porque los fariseos suscitaron una fuerte oposición. Jesús acudió a Jerusalén, sanando allí a un paralítico en un día sábado (Juan. 5:10). Las autoridades  y los rabinos se lanzaron de inmediato al ataque. Parece que Jesús quiso provocar el conflito  para destacar la diferencia entre el espíritu de Su enseñanza y el del rabinismo de Su tiempo.  
  Desde entonces vemos en Jesús el  intérprete ideal  del  Antiguo Testamento, del cual nos da el  verdadero sentido (Lucas. 5:1-39). Al actuar de esta manera, apela a  Su propia autoridad de Hijo de Dios y de Señor, comisionado por Dios para instruir a los hombres. En esta fase se sitúa además el episodio de ( Juan. 5:1-47 ), la recolección de las espigas y la curación del hombre con la mano seca en  (Mateo. 12:1-15).