Ministerio en los confines de Galilea

Este ministerio duró alrededor de seis meses. Esta es la única ocasión en que Jesús entró en tierras de gentiles, en la región de Tiro y Sidón. A continuación, habiendo pasado hacia el sur, siguió la ribera occidental del alto Jordán y del mar de Galilea, y se dirigió a Decápolis. Después volvió al extremo septentrional de Galilea, y volvió finalmente a Capernaum. Durante este periódo, Jesús se esforzó especialmente en preparar a Sus discípulos para Su muerte y para la tarea que les esperaba  de esparcir el Evangelio entre todas las naciones. Hizo pocas alocuciones, y se dirigió principalmente a los gentiles o poblaciones semipaganas que vivían al sur y al este del mar de Galilea. Finalmente, cerca de Cesárea de Filipos, al pie del Hermón, Jesús obtuvo la confesión de la fe de Pedro y de los otros discípulos, que reconocieron que El era el Mesías. Jesús aprovechó la ocación  para anunciarles claramente la inminencia de Su muerte y Resurrección, afirmando que debían estar dispuestos a llevar también su propia cruz (Marcos. 8:27-38; Lucas. 9:18-27). Poco después de esta conversación tuvo lugar la transfiguración, en la que tres de los apóstoles contemplaron la gloria de Cristo. Parece que, en esta escena, Jesús se entregó definitivamente, en una sublime elevación de espíritu, a el sacrificio que la ley y los profetas habían anunciado, y de la que habló con Moisés y Elías (Marcos. 9:2-13; Mateo. 17:1-8; Lucas. 9:28-36). Acto seguido, repitió a Sus discípulos la predicción de la muerte que se le avecinaba. Vueltos a Capernaum, siguió enseñandoles (Mateo. 18:1-35) que el servicio a Dios implica humildad, abnegación y amor. Su propio sacrificio debía ser ejemplo permanente. Esto sucedió probablemente el año 31, al comienzo del otoño. 
 Saliendo definitivamente de Capernaum, Jesús “afirmó Su rostro para ir a Jerusalén” (Luc. 9:51).