Viajes en dirección a Jerusalén y ministerio en Perea

Es imposible establecer de una manera precisa la sucesión de los movimientos del Señor, por cuanto el relato de Lucas, la fuente principal de enseñanzas para este período, no sigue un orden cronológico preciso. 
   Pero los hechos esenciales son cosa bien conocida. Jesús se atrae la atención del país entero, incluyendo Judea. Envía a los  setenta  para anunciar Su llegada; se presenta en Jerusalén durante la fiesta de los Tabernáculos (Juan. 7:1-52); después, una vez más, durante la fiesta de la Dedicación (Juan. 10:22), en estas dos ocasiones se presenta al pueblo varias veces, declara ser la Luz del Mundo, el Buen Pastor de la grey de Dios, y lucha audazmente contra las autoridades que se oponen a Sus enseñanzas. Recorre asimismo Judea y Perea,  explicando al pueblo, de una manera especial y concreta,“en qué consiste la vida espiritual auténtica, y qué concepción debemos tener de Dios” y del servicio que debemos rendirle. Aquí se sitúan las parábolas del buen samaritano, de los invitados al banquete de bodas, la oveja perdida, la dracma perdida, Lázaro y el rico malvado, de la viuda importuna y el juez injusto, del fariseo y el publicano etc (Lucas.14:1-35; 15:1-32; 16:1-31; 17:1-37; 18:1-14). En tanto que va creciendo la hostilidad mortal de las autoridades, el Señor proclama el Evangelio de una manera completa. Hay un hecho que lleva la agitación a su punto culminante. Lázaro de Betania, amigo de Jesús, caé enfermo. Cuando Jesús llega a su casa, hace ya cuatro días que ha muerto. Jesús lo resucita, sindo este milagro de una notoriedad y carácter que sobrepasa a todos los demás (Juan. 11:1-46). Este prodigioso acontecimiento, producido tan cerca de Jerusalén, se hizo sentir sus efectos como una onda expansiva. A “instigación” de Caifás, que aquel año  era el sumo sacerdote, el sanedrín estimó que sólo la muerte del agitador podría aniquilar Su influencia (Juan. 11:47-53). Jesús se retiró de inmediato (Juan. 11:54). Es evidente que había decidido  morir antes de la Pascua. Como se iba aproximando el día de la fiesta, se puso otra vez en  marcha hacia Jerusalén, atravesando Perea  (Lucas. 18:31-34; Mateo. 20:17-19; Marcos.10:32-34 ), enseñando y predicando nuevamente la inminencia de “Su muerte y resurrección”, llegando de nuevo a Betania seis días antes de la Pascua (Juan. 12:1).