Estos gobernantes hacían todo lo opuesto a lo que Dios quería para su pueblo escogido. Como ellos tergiversaban la verdad, Dios escogió a otros ( los apóstoles e discípulos ) para que hicieran su obra. En su ceguera espiritual ( no aceptaban las enseñanzas de Jesús que ellos predicaban), trataron por todos los medios de atemorizar e imponer la fuerza, para callar y no dejar que los apóstoles junto con los discípulos siguieran predicando el Santo Evangelio de Salvación.
Durante la noche mientras todos dormían: Pedro y Juan se “encontraban recluídos” adentro de aquella cársel de gran seguridad, para ser “enjuiciados a la mañana siguiente” por el sanedrín. Esa misma noche, el ángel del Señor, abriendo la cársel y sacándolos, dijo: “Id, y puestos en pie en el templo, anunciad al pueblo todas las palabras de esta vida. Esta orden celestial era completamente contraria a la voluntad de los gobernantes judíos (cuando Dios dá una orden es para cumplirla) y, los apóstoles obedecieron. Entraron de mañana en el templo, y enseñaban.” Pedro y Juan aquella
mañana explicaron a sus hermanos, como el ángel del Señor los había liberado: “ guiándolos entre los soldados que cuidaban aquella cársel, y les ordenaba que continuaran con la obra del Señor.”
Esa misma mañana, vinieron el sumo sacerdote y los que estaban con él, y convocaron al concilio y a todos los ancianos de los hijos de Israel, y enviaron a la cársel para que fuesen traídos. Pero cuando llegaron los aguaciles, no los hallaron en la cársel; entonces volvieron y dieron aviso, diciendo: “Por cierto, la cársel hemos hallado cerrada con toda la seguridad, y los guardas afuera de pie ante las puertas; mas cuando abrimos, a nadie hallamos adentro.” Cuando el sumo sacerdote y el jefe de la guardia escucharon esto: “vino sobre todos los que estaban allí reunidos, gran temor y sorpresa; y dudaban en que vendría a parar lo sucedido.” Muy pronto y sorpresivamente llegó la noticia: “ He, aquí, los varones que pusisteis en la cársel están en el templo, y enseñan al pueblo.” Entonces fue el jefe de la guardia con los aguaciles, y los trajo sin violencia, porque temían ser apedreados por el pueblo. El Señor Jesús durante su ministerio terrenal, poco a poco iba preparando a Sus discípulos, y les decía: “ Pero mirad por vosotros mismos; porque os entregaran a los concilios, y en las sinagogas os azotarán; y delante de gobernadores y de reyes os llevarán por causa de Mí, para testimonio de ellos (Marcos. 13:9).”
Cuando los trajeron , los presentaron ante el concilio, y el sumo sacerdote les preguntó: ¿No os mandamos estrictamente que no enseñaseis en ese nombre? “ Y ahora habéis llenado a Jerusalén de vuestra doctrina, y queréis echar sobre nosotros la sangre de ese hombre.” Pedro y los apóstoles contestaron: ¿ Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres? Pedro bajo la unción del Espíritu Santo explicó: “El Dios de nuestros padres levantó a Jesús,” a quien vosotros matasteis colgándole en un madero. A éste, Dios ha “exaltado” con su diestra por Príncipe y Salvador, para dar a Israel arrepentimiento y perdón de pecados. Y nosotros “ somos testigos ” suyos de estas cosas, y también el Espíritu Santo, el cual ha dado Dios a los que le obedecen.
La acusación directa y valiente de Pedro los enfureció tanto, que ansiaban matarlos. Pero, se encontraba presente: Un varón “fariseo llamado Gamaliel”, doctor de la ley; y venerado por todo el pueblo, mandó que sacasen un momento a los apóstoles, y luego les dijo: “Varones israelitas, mirad por vosotros lo que vaís a hacer respecto a estos hombres. Porque antes de estos días se “levantó Teudas, diciendo que era alguien.” A éste se unió un número como de cuatrocientos hombres; pero él fue muerto, y todos los que le obedecían fueron dispersados y reducidos a nada. Después de éste, se “levantó Judas el galileo”, en los días del censo, y llevó en pos de sí a mucho pueblo. Pereció también él, y todos lo que le seguían fueron dispersados.Y ahora os digo: Apartaos de estos hombres, y dejadlos; porque si este consejo o esta obra es de hombres, se desvanecerá; mas si es de Dios, no la podréis destruir; no seáis tal vez hallados luchando contra Dios.”
Y convinieron con él; y llamando a los apóstoles, después de azotarlos, les intimidaron que no hablasen en el nombre de Jesús, y los pusieron en libertad. “ Y ellos salieron de la presencia del concilio, gozosos de haber sido tenidos por dignos de (padecer afrenda) por causa del nombre de Jesús. Y todos los días, en el templo y por las casas, no cesaban de enseñar y predicar el Santo Evangelio, y al Señor Jesucristo.”