El Profeta Daniel

Daniel es considerado uno de los profetas mayores y autor del libro que lleva su nombre. Es de gran estima entre los judíos de todos los tiempos (Mateo. 24:15), muy joven fue llevado en cautiverio a la ciudad Babilónia, donde pasó prácticamente toda su vida. Desempeñó valiosos cargos en los gobiernos de Nabucodonosor, Darío el Medo, y continuó con todos sus altos cargos hasta la muerte del rey Ciro ( que decretó la reconstrucción de Jerusalén, y el regreso del pueblo de Israel en cautiverio). Poco se sabe si Daniel regresó a su patria, porque tenía en aquel entonces mas de ochenta años de edad.  

                                                La Escritura en la Pared 

   El impío rey Belsasar hizo un gran banquete a mil de sus príncipes. “Embriagado con todos sus invitados dió orden de traer los vasos de oro y plata que su abuelo Nabucodonodor había traído del templo de Jerusalén, para que bebiesen en ellos él y todos sus invitados” (Dan. 5:1,2).  
   Aquella fiesta estaba fuera de lo normal, los actos más depravados se hacían presentes. Los vasos sagrados eran mancillados por los embriagados huéspedes que hacían con ellos lo que querían. Los tiraban al suelo como si fueran basura, y el rey consentía y dirigía la ruídosa orgía. Bebían vino y alababan a sus dioses (paganos) de madera, hierro y bronce, de oro y plata. La ruidosa música amenizaba la impía fiesta y las pasiones desenfrenadas se hacían presentes en el palacio real. 
   El rey Belsasar y sus invitados jamás se imaginaron que el Dios del Cielo presenciaba el desenfreno-idólatra, el sacrilégio y la profanación de sus “Vasos Sagrados”. “Cuando estaban mas entusiasmados e inesperadamente se hizo presente un invitado no esperado, y desde su llegada se sintió su presencia. Una mano comenzó a escribir delante del candelero sobre lo encalado de la pared del palacio real, aquellas asombradas gentes enmudecieron y el impío rey palideció; y sus pendamientos lo turbaron y se debitaron sus lomos, y sus rodillas daban la una contra la otra. Lo que era algarabía y gritos jubilosos se convertió en terror, porque todos los presentes junto con el rey habían caído en las manos del Dios Vivo (Hebreos. 10: 30-32). 
   Por supuesto, el rey Belsasar era el más asustado de todos los presentes.“ El terror que sentía se había apoderado de él por ser el principal organizador de las blasfemias hechas contra Dios, con voz temblorosa gritó que trajeran a sus magos y adivinos, pero cuando estos llegaron; y al cabo de un largo tiempo se dieron porvencidos de no poder decifrar la escritura (Dan. 5: 3-9). 
   La reina madre (la abuela de Belsasar), turbada por los gritos de Belsasar y el alboroto que se había formado, entró a la sala del banquete, y dijo: “Rey, para siempre vive; no te turben tus pensamientos, ni palidezca tu rostro. En tu reino hay un hombre en el cual mora el espíritu de los dioses santos, y en los días de tu padre (el abuelo) se halló en él luz e inteligencia y sabiduría, como sabiduría de los dioses; al que el rey Nabucodonosor constituyó jefe sobre todos los magos, astrólogos, caldeos y adivinos: por cuanto fué hallado en él mayor espíritu y ciencia y entendimiento, para interpretar sueños y decifrar enigmas y resolver dudas; esto es Daniel, al cual el rey puso por nombre Beltsasar. Llámese ahora a Daniel, y él dará la interpretación de la escritura. 
   “Entonces Daniel fue traído delante del rey.” Y dijo el rey a Daniel: ¿Eres tú aquel Daniel de los hijos de la cautividad de Judá, que mi padre trajo de Judea? Yo he oído que en ti moran los dioses santos, y que tu tienes luz, entendimiento y mayor sabiduría. Y ahora fueron traídos delante de mi sabios astrólogos para que leyesen esta escritura y me diesen su interpretación; pero no han podido decifrarme la escritura. Yo he oído que tu puedes dar interpretaciones y resolver dificultades. Si ahora me decifras la escritura, serás vestido de púrpura, y un collar de oro llevarás en tu cuello, y serás el tercer señor en mi reino. Entonces Daniel respondió y dijo al rey: “Tus dones sean para ti, y da tus recompensas a otros. Leeré la escritura al rey, y le daré la interpretación.”
   Antes de comenzar a leer la escritura Daniel le recordó a Belsasar las experiencias que su abuelo el rey Nabucodonsor, había tenído que enfrentar por su orgullo y vanidad, despreciando la bondad y la misericordia del Dios de los Cielos. Luego, con palabras enérgicas directamente dirigídas a él le dijo: “Tu Belsasar, jamás has humillado tu corazón sabiendo lo sucedido en el pasado a tu padre; te has ensoberbecido, e hiciste traer delante de ti los vasos de su casa, y tú y tus grandes, tus mujeres y tus concubinas, bebieron vino en ellos; además de esto, diste alabanza a dioses de plata y oro, de bronce y hierro, y de madera y de piedra, que ni ven, ni oyen, ni saben; y al Dios en cuya mano está tu vida, y cuyos son todos sus caminos, nunca honraste.” 
   Entonces de su presencia fue enviada la mano que trazó esta escritura. “Y la escritura que trazó es: Mene, Mene, Tekel, Uparsin.”
   Esta es la interpretación del asunto: “Mene: Contó Dios tu reino, le ha puesto fin. Tekel: Pesado has sido en balanza, y has sido falto. Peres: Tu reino ha sido roto, y dado a los medos y a los persas.” 
   Cuando Daniel finalizó  la interpretación de la escritura, Belsasar hizo vestir a Daniel de púrpura, e hizo poner un collar en su cuello de oro, y proclamó que él era el tercer señor de su reino. Esa misma noche fue muerto Belsasar rey de los caldeos, y Darío de Media tomó su reino, siendo de sesenta y dos años de edad (Dan. 5:10-31).