Claudio Lisias (el tribuno) llamando a dos de sus centuriones, mandó a que preparasen para la hora tercera de la noche (nueve de la noche) docientos soldados setenta jinetes y docientos lanceros, para que fuesen hasta Cesarea; y que preparasen cabalgaduras en que poniendo a Pablo, le llevasen en salvo a Félix el gobernador. Y escribió una carta en estos términos: “ Claudio Lisias al excelentísimo gobernador Félix : Salud.
A este hombre, aprehendido por los judíos, y que ellos iban a matar, lo libré yo acudiendo con la tropa, habiendo sabido que era ciudadano romano. Y queriendo saber la causa por la cual le acusaban, le llevé al concilio de ellos; y hallé que le “juzgaban” por cuestiones de la ley de ellos, pero que ningún delito tenía de ser digno de muerte o de prisión. Pero al ser avisado de asechanzas que los judíos habían tendido contra este hombre, al punto le he enviado a tí, intimando también a los acusadores que traten delante de tí lo que tengan contra él. Pásalo bien. El gobernador luego de leer la carta, preguntó de qué provincia era; y habiendo entendido que era de Cilicia, le dijo: Te oiré cuando vengan tus acusadores. Y mandó que le custodiasen en el pretorio de Herodes.