Rumbo a tierras de Egipto

Cuando sus hijos estaban preparandose para ir de nuevo a Egipto, Jacob les recomendó que le dieran un presente a aquel varón, llevándole: “Bálsamo, miel, mirra, nueces y almendras.” También les ordenó devolver el dinero que posiblemente lo pusieron en los sacos por equivocación, y les dijo de nuevo; llevad otro tanto para pagar la nueva compra de alimentos. 
   Los diez hermanos salieron rumbo a tierras de Egipto (allá se encontraban, Simeón y José). Después de largos días llegaron, y José salió a recibirlos. Cuando José vio a Benjamín con ellos se llenó de alegría y disimuló su emosión. Entonces dijo al mayordomo de su casa: “Lleva a estos hombres a mi casa, y preparen una res porque ellos comerán hoy conmigo. Siguiendo instrucciones el mayordomo los llevó, pero ellos con cierto temor pensaron muchas cosas que podían suceder. Trataron de dar explicaciones al mayordomo de todo lo anterior que había sucedido, y el mayordomo les dio consuelo, diciéndoles: Paz a vosotros, no temáis; vuestro Dios y el Dios de vuestro padre os dio el tesoro en vuestros costales (sacos); yo recibí vuestro dinero. Entonces fue y trajo a Simeón nuevamente a ellos.Y todos juntos dieron gracias a Dios.”  
   No hay duda alguna que cuando se cometen pecados, los implicados pierden la paz, devido a los remordimientos que dejan una huella imborrable en lo mas profundo del corazon. Durante veinte largos años ellos no tuvieron paz, recordando cada día sus pecados cometidos a Dios, a su joven hermano, y también engañando con mentiras a su anciano Padre. Ahora estaban angustiados, y el recuerdo de aquel día que actuaron sin mesericordia, los estaba atormentando, sin tener idea alguna  que el poderoso gobernador de Egipto; era (José) su propio hermano. 
   Luego después, de haber cumplido con sus obligaciones y a la hora que había prometido reunirse con ellos, José se presentó. De manera reverente se inclinaron ante José, y le dieron los presentes que su padre le había enviado con ellos. José tenía suficiente poder para ser orgulloso,  pero en su interior conservaba la nobleza y la humildad, y era muy generoso con toda persona que se acercaba a él, solicitando algún favor. El se comportaba con sus hermanos de esta forma para poder lograr que ellos se humillaran ante Jehová-Dios, y su anciano padre; ya que él de corazón los había perdonado. 
   Nuevamente José les preguntó por ellos, y también por Jacob diciendo: ¿Vuestro padre el anciano que dijiste la pasa bien? ¿Vive todavía? Y ellos respondieron: Bien va a tu siervo nuestro padre ; aún vive. Y se inclinaron, e hicieron reverencia de nuevo. Y alzando José sus ojos vio a Benjamín su pequeño hermano, hijo de su madre, y dijo: ¿ Es este vuestro hermano menor, de quien me habían hablado? Y dijo: Dios te bandiga y tenga misericordia de ti, hijo mío. José conmovido y emocionado se apartó a su recamara porque no podía contenerse, lloró al ver de nuevo a su pequeño hermano saludable, y también al saber que su anciano padre aún vivía. Y lavó su rostro, y ya recuperado de las emosiones recién recibídas, ordenó que se sirvieran los alimentos. 
   Una tradición egipcia era y ha sido siempre de acuerdo a leyes establecidas desde tiempos muy antiguos, es que en eventos especiales les es prohibido a los que tienen un impoirtante cargo,  comer con gente de cualquier otra nación en la misma mesa. A los hermanos de José se les asignó una mesa separada, mientras que el gobernador por su alto rango comía solo, y los egipcios comían en mesas separadas. Luego, cuando todos se habían sentado se miraron asombrados de que cada uno estaba ubicado en la mesa, de acuerdo a su edad. Cuando los mozos comenzaron a servir la comida, a Benjamín se le dio cinco veces mas que a todos ellos. José estaba muy atento y observaba si sus hermanos sentían envidia y odio hacia Benjamím, como lo hicieron con él. Pero José quiso probarlos aún más; para estar seguro de que verdaderamente ellos habían tenido un cambio en sus vidas.