El Reino Dividido: Israel y Judá

Después de  “la muerte de Salomón hasta la caída de Samaria”  transcurrieron docientos años (922-722 aC.), Asiria dominó por un largo periódo a toda el Asia occidental. 
   Roboam, hijo de Salomón y sucesor del trono, trató de gobernar a toda la nación. Este nuevo rey no quiso modificar la política ejercida por él, ocacionando un cáos en su administración. Luego entró en acción Jeroboam, uno de los hijos de Nabat, que había huído de Salomón y estaba  asiliado en Egipto, comenzó a dirigir a las tribus del norte, buscando la independencia (1Reyes 12: 12-16). Reboam trató de evitar la separación entre el norte y el sur sin poder lograrlo. Sin duda alguna que los del norte tenían las mejores tierras agrícolas (el fértil valle de Jezreel), y las principales vías comerciales. Por tanto, Judá tuvo que conformarse con las áridas tierras del sur poco productivas. El reino del sur a lo largo de la historia mantuvo la continuidad en el trono iniciado por David.
    El rey Jeroboam estableció la capital del reino del norte en Siquem, “esta fué la primera ciudad” que visitó el patriarca Abraham cuando llegó a territorio de Canaán. Años mas tarde reyes sucesores trasladaron la capital a Tirsa y tiempo después a Samaria, siendo la capital del reino del norte hasta la conquista Asiria. Se hicieron “santuarios” en Dan al extremo norte del país y también en Bet-el al sur del reino. La ciudad de Jerusalén continuó como centro religioso y político de Judá.