Abraham el amigo de Dios
Mientras vivía en Ur de los Caldeos, oponiéndose a la idolatría de su época, con toda la secuela de males y, de acuerdo con la tradición, sufriendo terribles persecuciones por obedecer a su conciencia, “el Dios de la gloria apareció a nuestro padre Abraham ... y le dijo: Sal de tu tierra y de tu parentela, y ven a la tierra que yo te mostraré” ( Hechos 7:2-3 ).
Cuándo le vino esta aparición divina, no lo sabemos; pero repentinamente una gran luz celestial resplandeció en derredor de Abraham; en una forma visible apareció en el centro de la gloria y una voz audible le hizo percibir en forma oral el mensaje del cielo. Dios no habla de esa forma con frecuencia. No obstante, es innegable que sigue hablando en el silencio del espíritu que espera y escucha, haciéndole sentir su voluntad al decirle: “Sal.” ¡Escuche esa voz en lo íntimo del santuario de tu corazón!
Esa misma voz se ha escuchado con mucha frecuencia desde aquella ocación. “Salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo inmundo; y yo os recibiré” (2 Corintios 6:17).
¿No has escuchado este llamamiento? Sería muy extraño que no. Pero si lo ha escuchado, no permita que nada estorbe su obediencia; levanta tu tienda y diríjase a donde el Dios de la gloria le indique. Reconozca en la palabra “ven” que El va siempre adelante y si quieres tener su divina compañía, debes seguirlo.
1. Este llamamiento incluía penalidades. A “Abraham” no le fue cosa fácil abandonar su campamento, desprenderse de sus conocidos y de sus seres queridos y dirigirse a una tierra que él no conocía todavía.
Así debe ser siempre. Debemos estar dispuestos a tomar nuestra cruz cada día si queremos seguir por la senda que El nos señale. Cada paso de avance verdadero en la vida de piedad, tiene su propio altar en el cual tenemos que ofrendar una parte preciosa de nuestra propia vida.
La verdad es que las bendiciones que nos aguardan serán una compensación mayor que la merecida por los sacrificios que podamos hacer. Esta es la verdadera técnica utilizada por Dios para separar con claridad y exactitud la paja del trigo. Hay muchos que no son capaces de soportar una prueba tan fuerte y que nos escudriñe tan profundamente en sus demandas. Son como el flexible, personaje del conocido libro El progreso del peregrino: abandonan el pantano del desaliento por el lado más próximo a su casa. Como el joven rico, se alejan tristes de Aquél a quien habían acudido con urgencia. ¿Será este tu propio caso?
No puede haber algo más claro que esto: en estos tiempos de crisis, Dios está llamando de manera muy concreta a toda la Iglesia para que realice un gran movimiento de avance.
2. Esto fue un llamamiento evidentemente sabio. Fue sabio para Abraham mismo. No hay nada que pueda fortalecernos tanto como la separación y el trasplante. Si un joven emigra, es colocado en una posición de responsabilidad o se le deja que se defienda con sus propios recursos, llegará a desarrollar capacidades de las cuales no habría existido ni rastro si se hubiera quedado toda su vida en casa, dependiendo de otros. Bajo la presión de las exigencias saludables, su alma pondrá en acción todo su vigor natural.