La vida peregrina

 Recordemos también que el altar significa sacrificio, holocausto. Es decir, la ofrenda completa quemada, la negación de sí mismo y la redención total. En este sentido, el altar y la tienda deben siempre marchar juntos. No podemos llevar la “vida peregrina” de la “tienda” sin tener que experimentar algo de dolor, tal como lo sugiere la idea del altar. De este tipo de vida es de donde surgen la entrega más intensa, la fraternidad más profunda y la comunión más bienaventurada. 
   Si usted reconoce que su oración privada ha sido estorbada últimamente, quizá sea porque no ha vivido lo suficiente el tipo de vida peregrina, “morando en tiendas”. Todo lo que tiene que hacer es confesar que usted es peregrino y advenedizo sobre la tierra. Entonces hallará placentero y natural el invocar el nombre de su Dios. No se dice en las Escrituras que Abraham haya erigido un altar durante el tiempo que permaneció en Harán. Esto fue porque no pudo estar en comunión con Dios mientras se encontraba en un estado de desobediencia al mandato que Dios le había dado.  
   En el altar de Abraham, él no era el único que adoraba a Dios. En ocaciones, toda la familia del patriarca se congregaba allí para participar de la adoración en común. “Porque yo sé,” dice Dios, “que mandará a sus hijos y a su casa después de sí, que guarden el camino de Jehová ” (Génesis 18:19). Aquel en quien serían benditas todas las familias de la tierra, practicó el culto familiar. En esto, Abraham constituye un elocuente ejemplo que debiera ser imitado por muchos cristianos cuyo hogar carece de altar familiar.  
   3. La promesa. “A tu descendencia daré esta tierra” (Génesis 12:7). Tan pronto como Abraham empezó a actuar en obediencia a las órdenes de Dios, esta nueva promesa resonó en sus oídos. Así es siempre. El que desobedece a Dios se encuentra muy pronto transitando por una senda oscura y tenebrosa, sin una sola estrella que lo ilumine. Empieza a obedecer y vivir de acuerdo con las demandas que Dios hace en su Palabra, y pronto comienzan a resplandecer desde el cielo promesas de triunfo y bendición que iluminan los pasos del creyente, haciéndolos cada vez más firmes y llenos de sentido. La vida peregrina y separada siempre se va llenando de promesas. 
 No existían probabilidades naturales de que la promesa llegara a realizarse, porque “el cananeo estaba entonces en la tierra” (Génesis 12:6). Fuertes caudillos como Mamre y Escol; ciudades florecientes como Sodoma, salem y Hebrón, los elementos de la civilización se encontraban allí. Los cananeos no eran tribus nómadas. Eran pueblos que se habían establecido y habían echado raíces. Su poderío aumentaba cada vez más, y parecía imposible que llegara el momento en que pudieran ser derrotados y desposeídos por la descendencia de un pastor de ovejas que no tenía hijos. 
   No obstante, Dios lo había prometido así; y así exactamente ocurrió. Yo no sé qué promesa estará iluminando su vida con una aureola de esperanza. De una cosa puede estar seguro, y es que si usted cumple las condiciones y vive de acuerdo con sus demandas, dicha promesa se cumplirá en forma literal y maravillosa. No ponga la vista en las dificultades ni en las imposibilidades. cada promesa traerá nueva luz y esperanza a su vida.