Los primeros tres Reyes de Israel

La historia bíblica narra algunos datos muy importantes acerca de aquellos personajes de las diferentes tribus israelitas, “después de su asentamiento en tierras de Canaán.” Se nombran lugares, personas y acontecimientos acaecidos de suma importancia. Entre ellos se menciona el Silo (pricipal santuario), donde el sumo sacerdote Elí “ofició” y también Ana, la esposa de Elcana, oró pidiendo un hijo (1 Samuel 1:10,11). Este hijo fue Samuel, quien “muy joven aún fue llevado a Silo” para ayudar al anciano Elí. Años más tarde éste joven Samuel ungiría a los dos primeros reyes del pueblo de Israel. 
   El pueblo de Israel comenzó a pedir con “insistencia un rey”  para que los gobernara, entonces Jehová-Dios le dió la orden a Samuel ya convertido en un profeta para que ungiera a Saúl, hijo de Cis, de la tribu de Benjamín (1 Samuel 10:1). La tribu de Benjamín era una de las más pequeñas, y un rey salido de ella no ocacionaría problemas entre las otras tribus de Israel. Durante los primeros años de su reinado Saúl logró mantener estabilidad en su gobierno, y “valiosos triunfos” sobre los filisteos y otros enemigos de Israel. Sin embargo, “años mas tarde Saúl comenzó a declinar,” y una serie de anomalías lo llevaron al fracaso. Cuando esto sucedía el profeta Samuel convencido de que Saúl desobedecía a Dios, fue a la ciudad de Belén para ungír al menor de los hijos de Isaí por mandato de Dios (“David” 1Samuel 10:13).
   Saúl desorientado y apartado de Dios comenzó a vivir tiempos trágicos y se llenó de ira contra su sucesor (David). En lugar de seguir peleando contra los enemigos de su pueblo, se dedicó a perseguir y tratar de matar a David. Este joven ungído de Dios tuvo que huír al desierto de Judea, territorio situado al este de Jerusalén, árido, estéril y sin vegetación alguna hasta el día de hoy. David tuvo varias oprtunidades de liquidar a Saúl, “pero no quiso hacerlo por razones poderosas” y una de ellas era la amistad sincera que él tenía con Jonatán, hijo de Saúl. Finalmente huyó a tierra de los filisteos donde estuvo al servicio de Aquis en Gat (1 Samuel 27:3). David en territorio enemigo se encontraba más seguro que con su pueblo israelita. 
   Poco tiempo después Saúl su hijo Jonatan y muchos de sus seguidores, murieron en una batalla que tuvieron contra los filisteos, en el “monte de Gilboa, en el valle de Jezrrel” (1Samuel cap. 31). Is-boset, otro de los hijos de Saúl,“ gobernó” por un largo tiempo parte del territorio norte, pero David fue proclamado rey de Judea en Hebrón, al sur de Belén (2 Samuel 2:11). Luego después de la muerte de Is-boset, David y su ejército tomaron la ciudad de Jerusalén, habitada por los jebuseos (2 Samuel 5:7). Esta ciudad, ubicada en la parte central del país, fue “convertida en la capital.” Luego, de Quirat-jearim se llevó el arca a Jerusalén, y desde los días del rey David hasta hoy, ha sido la gran Ciudad Santa del pueblo judío.