Una sola vez más dejó ver el mismo espíritu de vacilación por temor al reproche de hombre, que habiá motivado su negación al Señor. Aunque en el concilio de Jerusalén había abogado por la eximición de los convertidos gentiles de las observancias ceremoniales de la ley, sin embargo, después de juntarse en íntimas relaciones con los gentiles de Antiquía, se retiró de ellos, temiendo los prejuicios de sus hermanos judíos venidos de parte de Jacobo, y tímidamente disimuló su convicción de igualdad religiosa de judío y gentil; por esta razón Pablo se le opuso públicamente y le reprochó su conducta: una clara refutación de supremacía e infalibilidad alegadas (salvo, por supuesto, la inspiración especial que gozó al escribir sus epístolas). En todos los demás casos se evidenció ser, como en efecto Pablo lo llama “una Columna”. Luego lo hallamos en “Babilonia”, de donde escribió su Primera Epístola a los creyentes israelitas de la dispersión y a los cristianos gentiles unidos en Cristo, Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia.
El apóstol Pedro no estuvo en Roma antes de la fecha de la carta a los romanos (año 58dC.) ; de lo contrario habría mención de ello en la misma; ni durante el primer encarcelamiento de Pablo, de otro modo hubiera sido mencionado en algunas de las cartas de Pablo (el apóstol mencionaba a todos los que habían estado con él) escritas desde Roma; ni durante el segundo encarcelamiento, cuando Pablo escribía la Segunda Epístola a Timoteo, poco tiempo antes de su muerte. Posiblemente llegó a Roma después de la muerte de Pablo, algunos escritores opinan que fue encarcelado en el Calabozo Mamertino, y poco después crucificado (alrededor del año 68dC.) en el monte Janículo, sobre la eminencia de San Pietro en Montorio, y depositados sus restos bajo el altar de la Basílica de San Pedro.
FIN