Palabras de amonestación y consuelo

Las más reconocidas autoridades declaran que Juan fue desterrado bajo Domiciano (Ireneo, 5.30; Clemente de Alejandría; Eusebio, Historia Eclesiástica 3.20). Victorino dijo que tuvo que trabajar en las minas de Patmos. Luego, la muerte de Domiciano (año 95dC.), volvió a Efeso bajo el mando del emperador Nerva. Es probable que fuese después de su retorno cuando escribiese, bajo  inspiración divina el relato de las visiones que le fueron concedidas en Patmos (cap. 1:2, 9). Sin embargo, el cap.10:4 parece indicar que escribió las visiones inmediatamente después de haberlas visto. Patmos es una isla del E. de Grecia en el  “Dodecaneso”  (Espóradas del Sur), su circunferencia es aproximadamente cincuenta kilometros. “ Era propio que cuando se le impedía  ir  más allá de los límites terrenales, se le permitiese penetrar en los secretos del cielo”. 
   La inscripción afirma que fué dirigido a las siete iglesias de Asia, eso es, el Asia Proconsular. La razón de Juan para elegir el número siete ( había más de siete iglesias en la región, por ejemplo, las de Magnesia y Tralles etc. ), posiblemente lo hizo porque el número siete es el número sagrado y que expresa totalidad universal: de modo que está implícito que Juan, por medio de las siete iglesias, se dirige en Espíritu, a la iglesia de todos los lugares y edades. La iglesia  en sus varios estados de vida o de muerte espiritual, está reprensentada por las siete iglesias, y de  consiguiente  son dirigidas a ella las palabras de consuelo y amonestación. Esmirna, y Filadelfia son honradas con alabanza pura, como fieles en la tribulación y ricas en buenas obras. Herejías de género distinto ya se habían infiltrado en las iglesias de Asia, y el amor de muchos se había enfriado, mientras que otros habían progresado espiritualmente, devido a aquél ( Cristo ) cuyo testimonio selló con su propia Sangre. 
       El objetivo. Principia con amonestaciones a las siete iglesias de parte del divino Hijo de Dios, a quien Juan vió en visión, después de una breve introdución se expone el tema principal del libro, a saber, “para manifestar a sus siervos las cosas que van a suceder pronto” (caps. 1 y 3). Del cap. 4 hasta el final es mayormente profecía, con exhortaciones y consolaciones prácticas, sin embargo, esparcidas, igual a las enviadas a las siete iglesias (representativas de la iglesia universal de todos los tiempos), que así relacionan el cuerpo del libro con su principio, que forma por tanto su  debida introducción.