Pablo en la Isla de Malta. Lucas, “el escritor de los Hechos” continua narrando todo lo sucedido en este accidentado viaje rumbo a Roma. Estando ya a salvo, supimos que la isla se llamaba “Malta,” y los nativos nos recibieron amablemente; porque encendiendo un fuego, a causa del frío y de la lluvia nos calentáramos. Pablo tratando de cooperar trajo algunas ramas secas, pero una víbora huyendo del fuego le mordió una de sus manos, y los nativos se decían unos a otros: Este hombre es homicida, a quien escapado del mar, la justicia no lo deja vivir, pero Pablo, mató a aquella serpiente, y muy tranquilo siguió trayendo ramas y leña para que no se apagara la hoguera. Los nativos esperaban que Pablo muriera en cualquier momento; mas habiendo esperado por mucho tiempo y ningún mal le venía, cambiaron de parecer, y dijeron: que era un dios, porque ellos conocían la clase de víbora que lo había mordido. El principal de la isla era un hombre muy rico llamado “Plubio” quien nos recibió y hospedó por espacio de tres días, y estando con él se nos informó que el padre de él estaba muy enfermo de fiebre y disentería ; y entró Pablo a verle, y después de haber orado, le impuso las manos, y le sanó. En vista de esta Sanidad Divina ejercida a través del apóstol Pablo, muchos enfermos acudían a él y eran sanados por el poder de Dios.
Como el Señor se lo anunció: Pablo zarpó hacia Roma. Pasados tres meses, nos hicimos a la vela de nuevo en una nave alejandrina que había invernado en la isla, la cual tenía por nombre de Cástor y Pólux . Tres días estuvimos en Siracusa, de allí costeando llegamos a Regio; y otro día después, ayudados por un viento proveniente del sur llegamos a Puteoli, donde habiendo hallado algunos hermanos, nos rogaron que nos quedaramos con ellos siete días; y luego de allí fuimos a Roma, de donde oyendo de nosotros los hermanos salieron a recibirnos hasta el Foro de Apio y las Tres Tavernas; y al verlos, Pablo dio gracias a Dios y cobró aliento. Cuando llegamos a Roma, el centurión entregó a los presos al prefecto militar, pero a Pablo se le permitió vivir aparte, con un soldado que lo custodiase. Los cargos en su contra fueron retirados, y el apóstol por dos años en una casa alquilada por los hermanos, estuvo predicando la Palabra del Señor.
El Señor le dijo: Ten ánimo, Pablo, pues como has testificado de mi en Jerusalén, así es necesario que testifiques también en Roma. ¿Llegó Pablo a Roma? Por supuesto que sí llegó. ¿Testificó Pablo en Roma? Por supuesto que sí Testificó.
Saulo de Tarso durante su juventud disfrutó de todo aquello que una familia con buenos recursos (económicos) pueden ofrecer a sus hijos. Fue educado por un gran maestro rabino-fariseo (Gamaliel) y luego fue un miembro activo del Sanedrín. Después de su conversión todo cambió para este talentoso joven-fariseo. Aquel que perseguía a la iglesia de Cristo, ahora era perseguido por sus viejos amigos, aquellos ignorantes de las Sagradas Escrituras. El nuevo hombre, como nos dice la santa Palabra de Dios, renació de nuevo; con un poder espiritual, incansable, entregado completamente a la predicación del Santo Evangelio. El apóstol Pablo es un ejemplo para todo aquel cristiano indeciso, que no se atreve a llevarle el alimento espiritual a aquellas almas sedientas, confusas e infelices. Si todos nosotros (los profesos cristianos) nos propusiéramos esparcir la semilla del Santo Evangelio de Salvación, cantidad de nuevos creyentes recibirían la bendición de formar parte de la familia de Dios (Estas invitado-a).
Algunos antiguos escritores suministran fechas aproximadas de la muerte de este gran Siervo de Dios. Se dice que fue en el año 57-58 dC., cuando gobernaba el “demente” Emperador Nerón. Este acusó a todos los cristianos (cuando él incendió Roma) de la destrucción de Roma, y entre ellos se encontraba el apóstol Pablo, que murió asesinado (decapitado) por los verdugos del tirano Nerón.
FIN