Saulo inicia su nueva vida cristiana. Con fortaleza y entusiasmo éste recién convertido a la Palabra, comenzo a predicar el Evangelio de Salvación. Su carácter enérgico y decidido, lo impulsaron a iniciar su ministerio y a un apostolado designado por Dios (Hech. 9:15 ; 26:16-20 ; Gál. 1:15,16). Luego de estar predicando en algunas sinagogas de la ciudad de Damasco (Hech. 9:20-22), judíos contrarios a su nueva creencia y apoyados por el gobernador tramaban eliminarlo, pero los fieles discípulos lograron salvarlo bajándolo de noche por un muro dentro de una canasta (Hech. 9:23-25 ; 2Co. 11:13). Después de lo ocurrído en lugar de volver a Jerusalén, de dirigió a Arabia, y estuvo aproximadamente tres años. Luego regresó a Damasco y de allí a Jerusalén para conversar con Pedro, no pudiendo ver a los apóstoles se presentó ante Jacobo el hermano del Señor, que era el obispo y presidente de la recién nacida iglesia de Jerusalén (Gál. 1:18,19). El escritor de los Hechos (Lucas), nos dice que muchos de los cristianos se encontraban desconcertados y no sabían sin en verdad Saulo era un discípulo del Señor (Hech. 9:26-29). Pero Bernabé, lo presentó a los apóstoles y discípulos, y les explicó los sufrimientos a los cuales se estaba enfrentando por su conversión a la Palabra del Señor. Poco a poco fue conquistando la confianza de sus nuevos hermanos creyentes, y dirigído por el Espíritu Santo y sus compañeros apóstoles, inició su bien elaborado plan de trabajo misionero. Algunos escritores y estudiosos opinan, que él decidió hacer un cambio en su nombre de “Saulo” por el “Pablo”, devido a su antigua relación que él tenía con el sanedrín. Así de esta manera se identificaría mejor con todos sus nuevos hermanos seguidores del Señor Jesús.